Mensaje de una dictadora a la Nación que la repudia, por Laura Arroyo

por | Jul 28, 2024 | Opinión

Tal vez una de las cuestiones más reseñables del discurso presidencial de hoy es su longitud. No es un dato anecdótico. Esas 79 páginas son también, en sí mismas, un mensaje.

La apuesta comunicativa es clara: 79 páginas para que nadie recuerde nada de lo que lo ha dicho. Que en varios medios de comunicación hablen sobre ella durante su discurso es parte de esa reacción buscada. La idea es que no sea un discurso memorable. Los anuncios no son otra cosa que un listado corto que podría bien hacerse mediante un hilo de tuiter. Pero el efecto que consigue es el efecto deseado/ un mensaje para olvidar.

Saben en Palacio que el mensaje da igual. Que el problema es la enunciadora y que fuera de guiños que son más útiles en directo (y sin cámaras) lo que corresponde es hablar durante horas de todo lo que ha “ha hecho” y, por supuesto, de iniciar enfatizando su trampa discursiva habitual: la presidenta como víctima del país “que le dejó Castillo” y planteándose como una responsable de sostener la “estabilidad” en el Perú. Una estabilidad que, como sabemos, es la de los grupos de poder que gobiernan y no la de las mayorías sociales que se rebelan. El mensaje en eso sí es diáfano -y no es casual que empezara con este tema pues es el único que desea que se recuerde-: somos el único gobierno posible. El objetivo: despedazar la idea de alternativa. ¿Efectivo? En lo absoluto. El escenario de movilizaciones sociales en el centro de Lima muestran que no hay forma de que legitimen n ninguna de sus acciones ni tampoco el mensaje.

Pero aún así, hay un aspecto del mensaje que dentro de la intención de que pase desapercibido, no debiera. Boluarte anuncia que se incrementarán las capacidades estratégicas de las Fuerzas Armadas y se ampliarán capacidades penales. Y lo hace en un contexto de represión sistemática por las fuerzas del orden (PNP y FFAA). No sólo es una alarmante noticia, sino un sostenido anuncio a todos y a todas. Sostenido porque no es nuevo, pero que lo haga explícito le da peso.

Mientras Boluarte lee el mensaje en que anuncia este incremento, la Policía reprime afuera a quienes protestan contra la dictadura. Hay al menos un herido de momento. La señal es clara. La dictadura no tiene otra vía de legitimar su gobierno que no se sea el de la violencia, la represión, el terruqueo y la mano dura. Y esa seguirá siendo la tónica. No sorprende, pero por lo mismo alarma. No se trata de una represión específica hoy, sino de una característica CONSTITUTIVA de este gobierno. Es su modus operandi. Es su vía de ejercer el poder. Y, por lo mismo, que las FFAA cuenten con más “capacidades estratégicas” no hace otra cosa que confirmar que seguirán siendo una de las patas fundamentales que sostiene a esta dictadura. Ese matrimonio está sellado y sabemos la criatura que engendra: muertes.

Este anuncio, además, va vinculado al del cambio del nombre del Ministerio del Interior a Ministerio de Seguridad Ciudadana. Una disputa en clave discurso que va en la línea de la batalla cultural que disputan las extremas derechas en el mundo y que asume también Boluarte -como presidenta de ese sector- y que apuesta por usar “seguridad” como palabra a la que dotan de un significado específico: orden a través de la mano dura. Para ello, la construcción de “un otro” es indispensable y, como sabemos, en Perú esto es muy antiguo.

El terruqueo es precisamente eso: una estrategia que busca silenciar a ciertos cuerpos, voces e ideas, desde el racismo. Hablamos de discriminacion pero también de disciplinamiento porque la idea es que el terruqueo sirva de aleccionador para quien se atreva a rebelarse. Es una suerte de “no te metas en política” agresivo. Entonces, ¿qué tiren que ver la vinculación de esa estrategia con “seguridad ciudadana”? Mucho. Al utilizar “seguridad” como palabra de disputa no se busca sostener la discriminación que conocemos, sino que se busca apuntar a construir un “nosotros” que peligra frente a ese otro. Es decir, busca dividir los lazos de politización colectiva, de empatía entre sujetos políticos y señalar que derechos (como el de la protesta) son en realidad suprimibles en defensa de “la seguridad”. De ahí que “seguridad” como palabra no sea una elección gratuita en este contexto en que el gobierno necesita quebrar los vínculos de rechazo mayoritario construyendo “buenos” y “malos” para la “seguridad” de todos.

Ojo con estos giros retóricos que muestran de cuerpo entero el tipo de gobierno que tenemos así como su apuesta de sostenimiento. Esa es una clave importante del discurso de Boluarte porque nos recuerda, además, que da igual lo que plantee o anuncie, el problema no es el mensaje, sino ella. Es decir, un gobierno ilegítimo con una presidencia, un gabinete ministerial y una institución legislativa ilegítimas. Qué sean estos sujetos quienes nos digan que nos defenderán y garantizaran nuestra “seguridad” es una mala broma. Nuestra inseguridad SON todos ellos. Porque mientras sigan en puestos de poder somos nosotros los que no podemos vivir tranquilos. Derechos conculcados, instituciones fracturadas, precarización perpetuada, estado desmantelado, pacto social urgente obstaculizado. Esos son los elementos de inseguridad política que nos ha dado esta dictadura. El mensaje a la nación de hoy es sólo una muestra más de la situación de caos que está dictadura de poderes (la hidra) ha acentuado.