“Le dijeron al gerente del medio en el que trabajaba que me daba un programa porque se acostaba conmigo, porque era mi amante” (Perú)
¿Qué pasa cuando hay violencia de género al interior de los medios de comunicación? El 57% de los medios no tiene protocolos para abordarla y solo el 18.5% cuenta con áreas especializadas de atención.
Ese es el resultado de la investigación “Medios sin violencias. La urgencia de políticas de abordaje y prevención” que la Asociación Civil Comunicación para la Igualdad, en articulación con la Federación de Periodistas de América Latina y el Caribe (FEPALC) y con el apoyo del Programa Internacional para el Desarrollo de la Comunicación (PIDC) de UNESCO, realizó en el marco del proyecto “Protocolos de Violencia de género contra Mujeres Periodistas en América Latina – ¿Qué hacen y qué deberían hacer las organizaciones de medios?”.
Si consideramos que las y los integrantes de 95 medios de comunicación de 14 países de América Latina y el Caribe conocen -al menos- un caso de violencia de género hacia periodistas y que las agresiones ocurren en las redacciones, estudios y oficinas, ¿cómo puede ayudar un protocolo?
“La existencia de protocolos de violencia de género es un paso más hacia la construcción de organizaciones de medios más democráticas. La violencia de género es un problema estructural vinculado a las relaciones de poder que requiere de un compromiso constante de todas las personas que trabajan en los medios para desarticularla. En este proceso, los protocolos ofrecen un mecanismo para abordar las violencias en sus diferentes etapas: desde la prevención hasta la atención de las denuncias”, señaló Sandra Chaher, presidenta de Comunicación para la Igualdad y coordinadora de la investigación.
VIOLENCIA DENTRO DE LAS REDACCIONES
Los agresores offline suelen ocupar cargos jerárquicos altos, mientras que la violencia online involucra especialmente a funcionarios gubernamentales y políticos.
La investigación hace una importante revelación en cuanto a las «motivaciones» de las agresiones:
«La expresión de posicionamientos feministas y/o políticos partidarios, la condición de mujeres de las agredidas, y reclamos salariales. De igual modo, la apariencia tuvo un rol relevante en las descalificaciones».
IMPUNIDAD Y REPRESALIAS
“A un directivo no le renovaron el contrato por ejercer violencia psicológica contra una
directiva de cargo superior. Él entonces borró todo el trabajo realizado que estaba online y
en sus redes personales publicó mensajes ofensivos que dañaron la imagen de ella”.
(Colombia)
Sólo en el 28.1% de los casos las personas afectadas denunciaron la situación de violencia, indica el informe.
El 18.7% lo hizo en instancias internas de los medios –ante personas que ocupan jefaturas o direcciones, o ante áreas específicas– y el 9.4% en instancias judiciales externas u organismos públicos especializados. Las razones para no realizar denuncias son variadas: desde sentir que la situación quizá no es lo suficientemente
grave como para que amerite denunciar, hasta tener miedo de hacerlo.
Frente a la denuncia, sin embargo, en el 54.5% de los casos, los agresores no fueron sancionados. La investigación señala que suele haber una identificación directa del agresor con quien detenta la autoridad del medio o algún tipo de protección por parte de las autoridades. Esta “protección” hacia el agresor se da incluso cuando las estructuras son horizontales.
Mientras la impunidad campea, el castigo se mantiene para quien denuncia. Es así que la investigación revela que un 41.3% de personas que denunciaron violencia de género laboral sufrió represalias: De esa cifra, el 17.2% fueron despedidas y el 24.1% fueron blanco de distintas medidas negativas por haber hecho pública la agresión.
Foto snrp.org.mx
La investigación ha servido para iniciar la construcción colectiva de un protocolo amplio contra la violencia de género hacia periodistas, ya que se analizaron 27 protocolos de intervención y prevención, de 13 países y dos con alcance regional.
Entre otros temas, se tuvo en cuenta el encuadre en las normas internacionales de derechos humanos, los tipos de violencia abordados, la perspectiva de los géneros y de interseccionalidad considerada, y la atención de situaciones de prevención.
La existencia de protocolos es en general valorada positivamente por las y los periodistas. Los medios grandes (más de 50 personas) suelen ser los que disponen de protocolo, aunque trabajadoras de algunas de esas organizaciones afirman que faltaría darles mayor visibilidad.
EL DATO
Para esta investigación se realizaron 108 encuestas y entrevistas en profundidad a integrantes de 95 medios de Argentina, Perú, México, Colombia, Panamá, Brasil, Uruguay, Ecuador, Venezuela, Paraguay, Chile, Bolivia, República Dominicana y Honduras. El 86.1% fueron respuestas de personas de género femenino; también
respondieron varones (11.1%) y personas trans o no binarias (2.8%).
Se describieron 96 relatos de violencia. Es decir, el 75% de las personas consultadas dijo que conoce al menos una historia de violencia de género hacia periodistas.