Susel Paredes: cuando el poder religioso castiga ser lesbiana y apoyar a personas trans

por | Nov 5, 2025 | Opinión

No es casualidad que sea la congresista y pastora evangélica Milagros Jaúregui de Aguayo quien pretende que se suspenda a la parlamentaria Susel Paredes de sus funciones por 120 días.

Con ese castigo, la alejarían del Parlamento en pleno auge de la campaña electoral. Que duda cabe que Susel Paredes es incómoda para las bancadas de ultraderecha , conservadoras y fascistas.

Lo que la pastora quiere hacer es que se vea un escarmiento público contra la congresista por ser lesbiana, me atrevo a decir que se la tiene jurada por su solo existir. No olvidemos que Jaúregui ha tenido violentas palabras contra las personas LGTBIQ+ hasta decirles que viven la secualidad «como animales». Fijación de hablar de la sexualidad que tienen quienes insisten en que la sexualidad sea un tabú, un secreto, que solo logra mantener en la impunidad miles de casos de violencia sexual al no poder enseñarle a las personas desde la niñez a hablar claramente de su sexualidad y poner los límites que hagan falta ante la violencia.

Jaúregui de Aguayo, además, se desespera cuando escuaha a Susel Predes decir y hacer lo que manda la ley: no discriminar. Y en este caso, no discriminar a las personas trans, mujeres trans que ingresaron a un evento público en el Congreso. Recordemos que discriminar es delito, pero hay demasiado poder político que no llega a tribunales.

Es claro que lo que la congresista quiere es que no se hable de personas trans, por eso no lo dice, los llama «varones» vestidos de mujer.

Y enseguida intenta que creamos que en el Congreso de la República la gente está en peligro porque una mujer trans entra a un baño de mujeres.

Debemos insistir en decir que los principales violadores en el país, quienes vulneran los cuerpos y las mentes de la niñez y de las mujeres son hombres y más aún en el círculo más íntimo: los padres, los hermanos, los tíos, los primos, las parejas, las ex parejas.

No son las mujeres trans un peligro para la sociedad, como tampoco lo es ser lesbiana.

Ser lesbiana les asusta a quienes como Milagros Jaúregui no pueden desafiar los mandatos sociales.

El pensamiento evangélico conservador suele basarse en una estructura patriarcal donde el “orden natural” establece que el hombre debe liderar y la mujer debe ser sumisa. El lesbianismo desafía directamente ese modelo, porque muestra mujeres que se aman y se relacionan sin depender de hombres, lo que para esas corrientes significa una amenaza al “orden moral tradicional”.

Las iglesias evangélicas en América Latina, especialmente en países como Perú, Brasil y Colombia, han ganado poder político y social. Los movimientos feministas y LGBTIQ+ cuestionan ese poder, promoviendo derechos sexuales, igualdad y autonomía. Por eso, algunos líderes religiosos los presentan como “enemigos de la familia” o de “Dios”.

La congresista Aguayo habla de que se vulnera la moral, pero la moral es subjetiva, además su moral se basa en su religión evangélica, una religión que no concibe a las mujeres como sujetos de derechos plenos, una religión conservadora y ella misma es una negacionista de la violencia de género. ¿Alguien la ha escuchado hablar de las niñas awajún o de los feminicidios o niñas y mujeres desaparecidas de cada día? No, lo que evidencia que la protección de la niñez solo es un discurso barato y manipulador para conseguir lo que quiere: el castigo a la diversidad sexual que para ella representa lo malo, lo prohibido, lo ofensivo y el pecado.

En los últimos años, algunos pastores y políticos evangélicos han usado el rechazo a las personas LGBTIQ+ como herramienta política: agitan el miedo a un supuesto “lobby gay” o a la “ideología de género” para ganar votos o movilizar creyentes. Tengamos eso en cuenta a la hora de votar.

Lo peor de todo es que esta coalición religiosa ultraconservadora fascista de los derechos humanos tiene el poder, la dictadura de los votos para hacer lo que les de la gana y censurar y ofender a quien sea.

Susel Paredes se defendió bien en la Comisión de Ética cuando con razón y verdad les dijo que también representa a un sector importante del país y que fue la congresista con más votos de elección popular.

Hace bien Paredes en decir que se debe respetar las distintas formas de concebir el mundo. «El Perú tiene una gran diversidad y los 130 congresistas representamos esas otras manera de concebir el mundo».