Teresa Orbegoso, la poeta que venció al miedo

por | Ene 28, 2025 | Contracultura

Por Gloria Alvitres, poeta, escritora.

La última obra de Teresa fue un libro colectivo llamado “Piedras Madres”. Lo ilustró ella solita tomando como punto de partida los poemas de sus amigas y hermanas poetas. La noche del 22 de noviembre, aunque estaba débil y estaba preparándose para las sesiones de quimioterapia, se presentó en Barranco y llevó sus dibujos hechos a mano, esa noche se puso un vestido color tierra y un sombrero, esa noche sonrió para las fotos, nos abrazó. Apenas unas semanas antes, presentó “Comas” en la Librería Vallejo, ese libro fue un suceso, una de las apuestas literarias más ambiciosas de la escena contemporánea. Yo no entendía cómo Teresa Orbegoso tenía tanta fuerza para crear.

Teresa era un remolino, lo sabíamos. El cáncer nunca la detuvo, opinaba en voz alta, leía con pasión, gestionaba un proyecto de literatura “La primera vértebra” pero, sobre todo, escribía con furia. El 20 de enero, días antes de partir escribió: “Hoy es un día especial. Un día de renuncia a la militancia literaria y un día para aceptar que nos falta el oxígeno y que necesitamos que nos bañe otr@, pero con alegría. Hoy elevo mi bandera de amor infinito hacia ustedes”.

La primera vértebra, era uno de sus proyectos al que más punche le puso. ¿Cómo se hace para reunir a todas las escritoras peruanas en un solo espacio? En la pandemia, cuando nos sumía el desconsuelo, ella me invitó a una entrevista para conversar sobre mi primer libro. Indagaba en cada detalle del poemario, porque así era ella, siempre escudriñaba cada palabra, en cada sílaba. Cuando se sintió con más ánimos, instaló en su casa un espacio para abrir diálogos generacionales entre creadoras. 

Su obra surcaba rumbos entre la poesía, la prosa y la narrativa. Era una escritora profesional, entregada a las letras, académica con todos los honores; pero al mismo tiempo atenta a las nuevas tendencias. Vivió en Buenos Aires muchos años y fue publicada en Argentina y Chile, traducida al inglés por Dulzorada Press. Entre sus obras más destacadas se encuentran: Yana wayra (Lima, Urbano Marginal, 2011), Mestiza (Buenos Aires, Ediciones del Dock, 2012), Perú (Buenos Aires, Buenos Aires Poetry, 2016), y Abro el miedo (Lima, Hanan Harawi Editores, 2019), el cual fue nominado al Premio Luces del diario El Comercio.

Recuerdo la primera vez que la escuché leer “Abro el miedo”, fue en el Auditorio de la Asociación Guadalupana en un evento de la Feria Alternativa Antifil. No nos conocíamos.  Ella tenía una pañoleta en la cabeza porque estaba saliendo de un tratamiento, tomó el micrófono, acomodó sus lentes, leyó en voz alta.

Mi cáncer dice:

Tu lucha está dentro de la poesía como un pequeño huevo. En ella no hay odio. Torpe como la gallina viniste a mí, lenta como la infancia. La balanza rompió. De tu telaraña manaba mi temor. ¿Qué olor tenías? Tu búsqueda era implacable. Todo el paraíso reducido a una ancha línea roja. Del principio al fin de la Historia.

El cáncer del consumo abre su tienda. Se vende. Deja caer su monedero. Niega el discurso, el sentido. Se inauguran los hospitales, los cuerpos que ya no importan. El capital es una vitrina que te atrapa. Los enfermos miran tras la ventana de la vanidad. Su imaginación converge con el desgaste.

América también existe

América existe

Inger, no nos niegues

América existe

el aymara existe; y la flor de papa, la flor de papa

y el quechua existen; y Resígaro, Resígaro

las alpacas existen; Resígaro, aire;

y quinuales existen; las alpacas existen;

Mi piel se erizó, algunos en el auditorio lagrimearon por la intensidad del poema. Ese libro no era solo una confesión a pecho abierto, Teresa había convertido su cáncer en una metáfora de nuestra nación, por eso tocaba tantas fibras. Abro el miedo es un libro político, no lo digo yo, lo dicen muchos teóricos de la literatura.

Su último libro Comas fue el más experimental en cuanto a lenguajes, forma y temática. En 2018 ya lo había publicado en Buenos Aires; pero decidió reescribirlo en el 2024. Dice Rocío Fuentes, su editora, que ella no descansaba por revisar cada línea, que aumentaba, quitaba, corregía todo el tiempo. Comas fue difícil de leer para mí porque contenía mucho dolor, porque la poeta no se calló absolutamente nada, descosió los eventos más traumáticos, una obra hecha para desgarrar al lector. También es un libro migrante nombra todas las ciudades del mundo que la autora conoció, y en ese viaje narra el clasismo, el racismo desde su propia experiencia. Comas nos invita a explorar un espacio de familias desintegradas por el silencio, el secreto, la violencia política.  Lo íntimo y lo político atraviesan todas las capas y las membranas de la sociedad.

Foto Siente Trujillo

Hacia el final, le escribe a Julia Wong- quien partió en el 2024 también de cáncer- una especie de carta poética: Voy de tu mano, Julia. Voy como una niña envuelta en su lliclla de tramadol, observando cómo ingresa el veneno a través de mis venas”. Yo creo que, en ese libro, Teresa colocó una despedida para nosotras, sus amigas, pero no quisimos verlo, no queríamos enfrentarnos a su ausencia. 

Pareciera que, de pronto, el cáncer nos está arrancando a las mentes más brillantes, es doloroso este duelo para su familia y amigos. Teresa nunca estuvo sola, con ella estuvo Marco, su compañero de vida, su mamita, su hermana Patricia; también Rocío, Katty, Yvonne, Leda, Carolina.  Teresa le escribió siempre al amor

¿Qué es el amor, Marco? Mueve los dedos de las manos. Gira la cabeza, baila con ellos. Baila hasta encontrar los míos” (Comas, Madrepora 2024).

Qué complicado pelear contra el cáncer en un sistema de salud deficiente, el Estado ni la sociedad reconocen como se debe el trabajo de las escritoras como ella. Pasarán los años, y diremos, de nuevo, que  el Perú es ingrato con sus poetas. Pero, pese a muchas adversidades, el legado de Teresa Orbegoso no desaparecerá; nos ha dejado una obra de mucha complejidad, el mejor homenaje será leerla. Vuelvo a la última vez que la vi en Barranco, riendo, así quiero recordarla, con sus aretes rojos con forma de cantuta, la peruana Tere como una cantuta rebelde.

Les dejo unas prosas de su libro Comas (Madrepora, 2024)

“Yo no sé si moriré en este largo camino que he decidido librar en mi lucha por tocar una campana. No sé si mi mundo resistirá. Si no caeré como los árboles, de repente, sin que yo misma me dé cuenta. O despertaré en algún lugar desconocido, más allá de los sueños perdidos. No puedo saberlo. O quizá no quiero saberlo. Quiero que llegue la primavera para mí. Cada día levantarse cuesta más y más. Tengo miedo de no poder seguir con la fuerza enorme que dicen que tengo y quizá este libro que habla sobre nuestro subdesarrollo latinoamericano me permita avanzar hacia algún lugar de paz, una última entrega reflexiva de quien algo tiene para decir en todas estas páginas. Contarlo todo han dicho últimamente varios escritores. ¿En verdad, se trata de eso la escritura? ¿La bendita no ficción que tanto vende? La Literatura es una conversación decía Gabriela Mistral. La Poesía: un lugar donde sentarnos juntos a la mesa, pero no para sentirnos miserables, como decía Vallejo, sino para brindar por estar juntos, para celebrar la Vida con más Vida. Honrándola”.